“Ojo con esto, principalmente a las chicas”.
Desde
hace un par de años, una mamá se volvió famosa por los regalos y enseñanzas que
le dejaba a su hija de siete años de edad: clases de 'pole dance' y bonos para
que se hiciera un implante de silicona en el futuro, cuando cumpliera los 16.
Se
trata de la británica Sarah Burge, conocida como la ‘Barbie humana’, de 51 años
de edad, quien ha gastado 500 mil libras esterlinas (alrededor de 1.500
millones de pesos) en tratamientos estéticos a lo largo de su vida.
Además
de los trastornos de la autoimagen y de la adicción a las cirugías que se ha
dicho sufre la ‘Barbie’, la preocupación de la opinión pública es por la salud
mental de la hija de Burge, quien convive con una madre para quien es normal
pensar en tratamientos estéticos desde la niñez, a pesar de la desaprobación
que miles de personas han expresado sobre su comportamiento alrededor del
mundo.
Lejos
del debate ético y moral que representa que menores de edad se pongan implantes
de senos o se hagan liposucciones, muchas niñas que piensan someterse a estos
tratamientos estéticos no tienen en cuenta factores físicos como la edad adecuada
biológicamente para que la intervención no entre en conflicto con su proceso de
crecimiento normal.
“Es
muy común ver cómo se ofrecen cirugías de senos o liposucciones como regalo de
quince años, dice el médico cirujano plástico, Hugo Cortés Ochoa, miembro de de
la Sociedad
Colombiana de Cirugía Plástica.
Además,
en Colombia no hay reglamentación específica al respecto, salvo el
consentimiento informado, un documento que obliga a los cirujanos a explicar al
paciente los detalles de los procedimientos y a los pacientes a firmarlo, una
situación que hace que cualquiera tenga la posibilidad de operarse si tiene el
dinero y un cirujano dispuesto a realizarlos.
“A
mí me consultan niñas menores de 18 años muy frecuentemente. Uno les puede dar
ciertas alternativas no quirúrgicas en temas de contorno corporal. Pero por mis
manos nunca pasa una menor de edad con deseo de una lipo”, dice el cirujano
Juan Carlos Monroy, también miembro de la Sociedad Colombiana
de Cirugía Plástica.
Monroy
cuenta que a Ciruplastia, la clínica estética en la que es director científico,
llegan frecuentemente menores de edad para hacerse las cirugías por razones
relacionadas con la vanidad y que, en ese caso, lo que hace es evaluar las
repercusiones que el procedimiento puede llegar a tener en cada paciente. “Hay
factores que dependen de la carga genética, por eso el diagnóstico tiene que
ser muy individualizado”, explica.
Así,
en el caso de la nariz, es indispensable evaluar el crecimiento del cráneo
facial y no se recomienda antes de los 17 años en mujeres; en cuanto a las
orejas se aconseja después de los ocho años de edad.
Lina
Polanía, presentadora de RCN, se puso implantes PIP en los senos a los 19 años
para representar al departamento del Huila en el Concurso Nacional de la Belleza en 2006 y se los
quitó hace poco porque tuvo complicaciones con uno de estos. Aunque ella no se
arrepiente, porque cuando se sometió a la cirugía lo hizo como parte del
contexto del reinado y con el apoyo de su familia, piensa que hay mejores
regalos para pedir de 15 años.
“Yo
les digo a las niñas que para qué. ¡A esa edad uno es muy inmaduro! No hay
necesidad. Mejor esperar un ratico y de cumpleaños hacer un viaje, algo que
quede de recuerdo para toda la vida y no una cirugía de la que se puede arrepentir,
y en la que uno no sabe que pueda pasar”.
Como
dice el cirujano Monroy, las mujeres solamente se deberían someter a una
cirugía estética por vanidad cuando estén en el pleno uso de sus facultades.
“La práctica de la cirugía plástica la deben ver como una oportunidad única”,
concluye.