Con
un partido, el PLD, que domina ampliamente el poder legislativo, la mayor parte
del municipal, el andamiaje concreto de la justicia, las altas cortes, la Cámara de Cuentas y otros
poderes, reales y fácticos, propios del engranaje estatal, el nuevo mandatario
tiene tamaña encomienda por delante.
Enfrentará
una gama variada de problemas ancestrales, algunos con tanto tiempo ya que se
hicieron crónicos, como es el caso del eterno problema eléctrico, un
insostenible desastre financiero que aparenta tocar fondo, y al que hay que
dedicarle más de 1, 200 millones de dólares en subsidios cada año.
Otros
de no menor importancia, como la inseguridad pública, el narcotráfico, la
corrupción, la maraña del transporte, el desorden migratorio ilegal, la
educación, etc., habrán de ser abordados por un presidente que, desde ahora, ha
dicho poseer “su propio librito” para resolver los problemas de la nación.
De
entrada, sus primeras señales, las de un economista y pragmático, han sido
prometedoras aunque, y no hay que extrañarse de ello, muy cautelosas.
Con
un déficit fiscal que pudiera rondar los 60 mil millones de pesos al cerrar el
año, las cosas apuntan a la que será, de forma casi inevitable, una nada nueva
o renovada reforma tributaria.
Alentado
por los bríos e impulso de hombre que venció muchas adversidades y pudo
sobreponerse con éxito, Danilo Medina cuenta con un experimentado grupo de
fieles políticos, por demás gente preparada, para entablar esta batalla que
procura mantener vivas muchas esperanzas en los dominicanos.
De
que le esperan días difíciles, a nadie le quepan dudas. Resulta sin embargo muy
provechoso que todas y todos piensen el país, junto a este nuevo conductor del
tren nacional que ha prometido , ante todo, gobernar con humildad y sin
exclusiones, es decir, según sus propias palabras, con la honestidad y el
servicio que demanda la sociedad dominicana.
A
Danilo Medina le aguardan múltiples y complicados retos. Después de ocho
consecutivos de gobierno peledeísta, con el natural desgaste que esto puede
generar, y con las expectativas abiertas de un país que también empieza a
mostrar cansancio frente a un estilo agotador y caro de hacer política. El
presidente electo responderá a las necesidades de una sociedad cada día más
vigilante, consciente y celosa.
Acompañar
todo buen gesto del nuevo presidente es tarea incondicional de cada ciudadano. A
eso aspiramos y, por supuesto, todo el país. Z101digital.com