28 mar 2012

La desgarradora realidad del sector el Tamarindo



Con su casita a punto de inundarse por el desbordamiento de la cañada que cruza por el frente de su humilde vivienda techada y cubierta de zinc, la señora María Jiménez, junto a su hija y cuatro nietos, se prepara con utensilios, pala y pico para impedir que otra vez el agua negra entre y le dañe sus ínfimas propiedades.

Esta situación la viven decenas de vecinos que residen en el sector El Tamarindo, en Santo Domingo Este, donde la insalubridad, pobreza, desesperanza, desempleo y el abandono por parte de la autoridades competente lo mantienen en la más terrible de las miserias.

El hedor del agua nauseabunda de la cañada provoca en los pequeños erupciones, alergias y salpullidos en la piel, lo que mantiene preocupados a los padres que día a día tienen que lidiar para que los infantes no tengan contacto con el agua sucia, estancada al final de la quebrada.

En ese sentido, la joven Leonor Rodríguez, madre de tres niños, comenta que acudió al médico de emergencias porque su hijo menor, con apenas 5 meses de edad, ya padece una alergia respiratoria y de la piel.

Ante esta situación el Ministerio de Salud Pública se mantiene al margen, pese a la solicitud de los moradores para que fumiguen e impartan charlas sobre prevención del dengue y otras enfermedades virales.

Quizás en este sentido, lo único que tranquiliza un poco a los vecinos es contar con una ambulancia para trasladar a sus enfermos a hospitales, cuyas distancias resultarían imposibles de salvar si no fuera por esta donación llevada a cabo por el diputado Juan Hubieres, a través del Movimiento Rebelde, cuyos miembros han ofrecido charlas sobre educación sexual y prevén otra sobre violencia intrafamiliar.

Lamentablemente, no solo el Ministerio de Salud Pública se ha olvidado de los pobladores del Tamarindo, sino también Educación, debido a que la única escuela que existe en el sector solo imparte clases de primero hasta octavo grado.

La condición de la Escuela Básica John F. Kennedy consta de 9 aulas en estado deplorable, en las cuales 670 alumnos reciben el pan de la enseñanza, impartido por 8 profesores que vencen cualquier obstáculo para cumplir con su deber de educadores.