Son de hábitos gregarios incluyendo a la hora de la comida. Si es como se señala que quienes comen en caldero o paila, como le dicen por aquí, cuando se casan llueve mucho, estas aves tienen el aguacero asegurado en una zona de mucha humedad y copiosas lluvias en plena Cordillera Septentrional, en El Hoyazo, casi en la frontera entre esta provincia y Puerto Plata. Aquí están, disfrutando la vida, antes de que alguien se decida que vuelvan al recipiente, desplumadas, para que sean otros que se den vida en medio de una parranda o para halagar una visita, rociada abundantemente de aguardiente.