El
Instituto Karolinska de Estocolmo realizó un estudio sobre la genética y la
infidelidad, en el cual uno de los resultados muestra que una variante genética
ligada al Alelo 334 puede ser un factor para que un hombre sea propenso a
sucumbir en las arenas movedizas de la infidelidad.
Según
esta investigación, los varones con esta variante genética -dos de cada cinco
que participaron en el estudio- mantenían una relación menos estrecha con sus
parejas.
Si
un hombre que tiene novia o esposa es coqueto, alegre, simpático y caballeroso,
sin importar si es bien parecido o no, y además, no repara en repartir frases
de cariño, piropo y buenos deseos a las mujeres con las que convive, ¿implica
que él es un experto en los terrenos del tercero en discordia? o sencillamente,
¿es muy sociable?
Hans
Olvera, catedrático de la Universidad Iberoamericana , explica que la
infidelidad está catalogada como el hecho de tener un vínculo secundario (de
manera externa o sumado) a una relación de pareja que se asume como primaria,
el cual tiene la particularidad de ser significativo, de tipo erótico, es
decir, relativo al amor e interés sensual, por lo que no es una relación
fraterna o de amistad.
Cariño,
es una amiga
“Me
gustan las altas y chaparritas, las flacas, las gordas y las chiquititas”, dice
una frase de la canción El Aventurero, cuyo autor es Jesús Francisco Flores
Pereyra, y quizá, sólo quizá, algún caballero se sienta identificado con ella,
debido a su ‘buen corazón’ y su experiencia en la difícil materia de la
valoración estética. Sin embargo, cuando se trata de marcar la diferencia entre
admirar la hermosura e iniciar una relación, la línea no es ni tan delgada ni
tan fina como se pudiera suponer.