6 abr 2010

El lector Manuel Cordero nos escribe

Caminos de Abril

El camino de la vida se compone de fragmentos que un día vuelven a su estado original cuando menos se les espera. Estas memorias de olvido y recuerdo no son otra cosa que eso, fragmentos del camino, ni siquiera son un acto de justicia, ni un afán por sacar verdades que son solo mías. Una de las cosas que marcó mi destino fue el silencio, el silencio en cuanto a los orígenes de mi familia, el silencio en las relaciones de mi padre con los Trujillo y la manera en que él terminó siendo un guardia escribiente en el palacio nacional. Me han contado que un tal Capitán Luis Trujillo lo ingresó como deportista al ejercito, no conozco nada, nadie sabe decirme de esos años suyos como pelotero del equipo del ejército nacional dominicano. La vida adulta de mi padre está envuelta en un misterio extraordinario, fuera de las anécdotas familiares de sus años adolescentes, es poquísimo lo que se conoce o al menos lo que yo conozco. Probablemente muchos tengan guardada información sobre él que no revelarán a nadie, ya que es seguro que eso no interese a muchas personas. No obstante esa realidad, a lo largo del tiempo he recogido fragmentos de los episodios de su vida. Mi padre respondía al nombre de Rafael Emilio Cordero Carrasco, nació en Dajabón en 1937 y murió allí en julio de 1970. De él se conservan cuatro fotografías, una de ellas cuando tenía dos años, aparece montado en un velocípedo en frente de la casa de su bisabuelo. Dos fotos son de sus tiempos de adolescente, en una que publicó el padre Santa Ana en el libro ¨Misión Jesuita¨, Rafael aparece como miembro de un equipo de beisbol de Loyola Dajabón. En otra está jugando tenis de mesa junto a Papo Suá y al hijo periodista de Juanito Mejía, Héctor Pulio, en la casa juvenil fundada por el recordado padre Mendía S.J. Es la casa en donde está el PLD actualmente. Por último, la foto de la cedula final de su vida. Tal vez existan más fotos de él, pero no las veré, por las razones que mencioné, todo es misterio en torno a Rafael. Los primeros recuerdos que tengo de mi padre se remontan a una visita al cine de Radio Televisión Dominicana, en la capital, sería en 1963 0 64, era la primera vez que yo iba al cine, vimos Guns of Navarrone. Otro importante recuerdo que guardo es de la navidad de 1964, un señor fue a la casa familiar en Santo Domingo, en la Hilario Espertín, en el sector San Juan Bosco y preparó un cerdo para la cena. Siempre supuse que aquel señor era un amigo, después de todo yo era muy niño, en aquel momento no sabía su nombre, pero su rostro y su destino final nunca los he borrado de mi mente. En fin que aquel día el amigo de mi padre sacrificó el cerdo y lo sazonó. Al paso de los años surgieron una serie de recuerdos que llevaba guardados. Uno de esos recuerdos, importantes, de mi identidad, definitivos, era el de Polo Carrasco, así se llamaba quien yo supuse era un amigo de mi padre, en realidad eran primos. El capitán Hipólito Polo Carrasco murió en el palacio nacional el día 24 de abril de 1965 en un confuso incidente, cuando se repartían las armas al pueblo. Nunca lo olvidaré. Pasaron algunos meses y un día me encontré sin la presencia de mi padre. Había llegado el año 1965, unos acontecimientos extraños alejaron a mi papá y a mi mamá de mí, me habían enviado de nuevo a Dajabón. Ya no me sentaría al lado de él a preguntarle cosas a la manera en que hacen los niños, tampoco recibiría por un buen tiempo, las lecciones de boxeo que me daba. Toda aquella época pasa por mi mente como viñetas, recuerdo que en ese 1965 hubo una muerte en la familia, no supe quien hasta que empezaron unos rezos en mayo que duraron 9 días. Eran por mi querido tío Carlos Bienvenido Cordero Carrasco (Biembo), que había sido herido y llevado a un hospital y luego secuestrado y desaparecido por el CEFA tras los acontecimientos en el puente Duarte el día 24 de abril. Cuando murió, mi tío Biembo era un joven estudiante de la UASD y miembro de la banda de música municipal de Dajabón junto a otros jóvenes de su generación. La desaparición de tío Biembo ha sido una catástrofe familiar, mi abuela después de eso, tiene un día en la semana en que no se levanta de la cama. Recuerdo su rostro, nunca olvidé el sonido de su voz ni muchas de las cosas que hacía, siempre estaba pitando alguna melodía, era un ser único y no tuvo tiempo de envejecer. La pérdida fue tan grande que nunca ha habido fotos de tío Biembo en la sala de la casa. Hace pocos meses descubrí dos o tres fotos suyas junto a Moisés Blanco Genao y otra con Lindoso García el hermano de Luchi, Tono Rodríguez quien después sería general del ejército, y el en ese entonces sargento de la P.N. Rafael, el de Mariita, la hija de Gagasha. Los hermanos nunca aceptaron su desaparición, algunos optaron por no mencionarlo. Por otro lado, para estas fechas aparece ante mis ojos la imagen de otro de mis tíos, quien para ese tiempo era segundo teniente piloto FAD Víctor Manuel Cordero Carrasco. Lo veo bajándose del carro público que lo trajo de la prisión, en San Isidro, vistiendo uniforme de gala. Mi tío Víctor formo parte del grupo de miembros de la Academia Militar Batalla de Las carreras, que se sublevó el día 24 de abril de 1965, bajo las órdenes del entonces Mayor Héctor Lachapelle Díaz. Mi vida siguió su curso normal y un día de 1967 en Dajabón me reencontré con mi padre que había regresado de Puerto Rico. El había sido parte del grupo de militares que dirigía el Capitán Mario Peña Taveras, algunos de los cuales se fueron al extranjero al intervenir los norteamericanos. A ese grupo le tocó el día 24, la responsabilidad de iniciar la gesta que se conoce en la historia como ¨Revolución de Abril de 1965¨.